martes, 27 de agosto de 2013

4.1.- LA DOCTRINA “MONROE”

De esta caducidad de la célebre Doctrina Monroe, nació el afán de perpetuarla, convirtiéndola en título imperecedero de tutelaje sobre los pueblos americanos de habla castellana… ”73.  A decir de José Peralta la declaración de Monroe había sido “defensiva y no expansiva”, por lo que no se justifica la utilización de dicho argumento por parte de los EEUU, para practicar su política expansionista y agredir una serie de naciones especialmente en América Central; entonces se dio la degeneración del monroísmo; “el destino manifiesto” obligaba a los EEUU, a disponer de más territorio “… El imperialismo de los EEUU, dormía durante los días gloriosos de la emancipación de América, pero despertó con el tratado de San Idelfonso y manifestó en alta voz que no toleraría el engrandecimiento de Francia en América –afirma Peralta-. Y fue el pueblo de Washington, el primero que desconoció su justiciera doctrina, interviniendo en negocios pertinentes a naciones europeas, instigando en Haití contra Francia, comprando La Lousiana, extendiendo en fin su dominio a cuando podía abarcar su codicia. Y fue Jefferson el que estuvo a punto de encender la guerra para apoderarse de La Florida y Lousiana y fue Adams el más entusiasta defensor de la política de expansión y conquista, de intriga diplomática e intervención en negocios europeos. Dado el primer paso, deslizóse rápidamente esta amoral política por los declives de la ambición y la injusticia; para adaptarla a los nuevos propósitos del pueblo yanqui, que se iba sin freno, tras la más completa hegemonía en el Continente, tras la más oprobiante tutela sobre las demás naciones americanas. Y como las situaciones políticas no son permanentes, a cada cambio de orientación internacional, a cada mutación del pensamiento de las agrupaciones norteamericanas, ha sido necesario retocar la doctrina, ampliándola o restringiéndola, ensombreciéndola o dándole atrayentes colores, haciéndola emblema de Paz o fantasma anunciador de calamidades. De aquí que la historia del Monroísmo sea tan compleja, tan contradictoria, tan repugnante e indigna de ese gran pueblo creado por el espíritu sublime y justo de –George- Washington…

… Olney, Douglas y otros publicistas anglosajones han sostenido con todas sus fuerzas, que el monroísmo es el cimiento, la plataforma del derecho público americano y que rechazar dicha doctrina, es derrocar el edificio, así como volver a la vida primitiva, sin normas para regirnos en el campo internacional y civilizado. No han conseguido su objetivo: la contradicción aplastante, decisiva se ha levantado en todos los ámbitos de la América y más en Europa y la doctrina de Monroe es ya teoría muerta en el terreno del derecho, pero como la fuerza prima de facto, se le ha dado tal amplitud que la formula América para los americanos, se ha trocado en América para los Yanquis…  Esa doctrina era una garantía para la independencia de los pueblos americanos y los EEUU, han hollado y escarnecido esa independencia en casi todos los pequeños países. Esa doctrina proclamó el principio de la no intervención y los EEUU, toman parte y se mezclan audazmente, no sólo en los negocios propios y exclusivos de las naciones hispanoamericanas, sino de las naciones europeas. Esa doctrina garantizó la integridad del territorio de los Estados americanos y los EEUU, han usurpado tierras ajenas con el derecho del más fuerte. Ellos son los que han destruido el monroísmo a fuerza de iniquidades… sí… , los EEUU, han infringido plenamente la doctrina que intenta sostener como fundamento del derecho público americano… ”74

Para José Peralta, el surgimiento de la Doctrina Monroe, tenía plena justificación e incluso la ensalza y defiende por considerarla “justiciera” que garantizaba la independencia, pero asimismo cuestionaba acremente la degeneración de la misma, una vez que pasó el peligro de reconquista. En el análisis de Peralta, está ausente toda referencia a las clases sociales y su constante lucha, aspecto medular que limita ostensiblemente los alcances de su pensamiento. Sin embargo sus apreciaciones no están alejadas de la realidad histórica por la que atravesaron los países latinoamericanos y tempranamente denunció los verdaderos intereses y proyección de la política norteamericana que “se iba sin freno tras la más completa hegemonía en el Continente”, como él mismo puntualiza. Pese a estas limitaciones teóricas, ya existen atisbos sobre los sectores que se mueven tras esa política, al decir “a cada mutación del pensamiento de las agrupaciones norteamericanas, ha sido necesario retocar la doctrina”, no las menciona por su verdaderos nombres, pero es indiscutible que se refiere a las corporaciones económicas o monopolios, que para la época ya tenían presencia y ejercían abierta presión en el Gobierno norteamericano.

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73 - Ibidem., pág. 9
74 - Ibidem., págs. 9 - 14

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