… El gobierno de Leonidas Plaza, es un gobierno de vergüenza… de esta época es el negociado de Londres, hecho escandaloso que no puede ser negado… Mediante la Ley de Cultos se da atribuciones al gobierno para que nombre administradores de las haciendas del Clero, cosa que permite a Plaza, pagar los servicios de sus áulicos, con tan remunerativos cargos… con el pretexto de comprar armamentos se cometen una serie de raterías, así mismo comprobados. Ni siquiera se respeta la soberanía y la integridad territorial de la nación. El ministro Valverde intenta vender la región oriental a Brasil. Las Islas Galápagos se las ofrece en subasta pública. A Francia se pide 10 millones de francos y al Presidente Roosevelt 5 millones de dólares… la corrupción en lo económico, se une a la corrupción en lo político… se da comienzo al entendimiento con los conservadores, mediante la separación de los elementos radicales y de muchos jefes militares y luego se busca un Presidente del agrado de éstos, el señor Lizardo García… ”111.
Producida la división en el bando liberal, y “depurada” sus filas de los elementos más radicales, cuyo epílogo se da en 1912, en donde Peralta salva su vida milagrosamente, José Peralta se convertirá en el más ferviente defensor de la escamoteada revolución es así como estará junto a quienes lideraron la “Revolución Juliana” en 1925 en donde como hemos afirmado, están representados los intereses de la Pequeña Burguesía, la misma que por su debilidad y fuerzas de las circunstancias se verá obligada a pactar con los adversarios, para finalmente ser relegada a una situación secundaria. Es en estos años en donde se contrató los servicios de las misiones financieras norteamericanas y se abren de par en par las puertas para los capitales extranjeros, situación que Peralta denuncia con valentía y entereza, en algunos momentos desesperado, porque comprendía perfectamente los reales intereses que animaban este “noble gesto” de los yanquis y de las funestas consecuencias que ello traería para su Patria, al constatar en su recorrido por Centroamérica, la realidad de esos países. Hemos querido transcribir textualmente el mensaje que ese tiempo lanzó Peralta a los ecuatorianos:
“… ESTOS SON LOS YANQUIS: MIRADLOS Y MEDITAD… !!!
Parece que al Ecuador le toca el turno de la inmolación en aras del dólar, única deidad de la República Modelo. Nuestras tierras son extensas y feraces; nuestros frutos nobles y abundantes; tenemos ricas minas y bosques inexplotados: hay grandes yacimientos de carbón fósil y abundancia de carburos (lo subrayado es mío) la necesidad de vías férreas carreteras, instalaciones de luz y fuerza eléctrica, saneamiento de ciudades y otras obras de gran importancia, tiene abiertas las puertas a múltiples y lucrosas empresas: HE AHÍ POR QUE NUESTRA REPUBLIQUILLA, ES UNA PRESA QUE, DE TIEMPO ATRÁS VIENE HUSMEANDO EL AGUILA CAZADORA Y YA DA VUELTAS Y VUELTAS SOBRE ELLA, COBIJANDOLA CON LA SINIESTRA SOMBRA DE SUS FORMIDABLES ALAS. (lo destacado es mío).
Además tenemos un archipiélago; y esas islas en un futuro no muy lejano, serán indispensables para la mejor y más cómoda subsistencia de la armada yanqui en el pacifico.112 Los informes de sus almirantes –que en vano han pretendido mantener en reserva- aconsejan a la casa Blanca adquirir el Archipiélago de Colón; y la palabra adquirir significa para el yanqui, apoderarse por la fuerza, despojar al débil con un pretexto cualquiera, pisotear la soberanía de los Estados indefensos y arrojarles luego a guisa de indemnización, un puñado de monedas. Es una expropiación inicua, impuesta por el poderoso, quien señala el precio y las condiciones de esta venta unilateral, si es permitida la unión de tan antagónicos vocablos. ¿Por qué la República perfecta, no acata ni los derechos más invulnerables de los pueblos? – Quia nominor leo- contesta con una mueca sarcástica; porque mis cañones, mis naves, mis inagotables tesoros me constituyen por amo y señor de los pequeños, de los débiles, de los menesterosos. Quien intente sustentar sus cacareados derechos, su irrisoria independencia soberana, quedará reducido a cenizas bajo mis rayos, que Júpiter tonante soy para las nacioncillas que me rodean. ! Atrás liliputienses! Tomad ejemplo de México a quien le quité la tercera parte de su territorio; de España a la que despojé de sus ricas colonias; de Colombia de cuya gloriosa bandera desgarre un girón muy considerable; de Cuba, de Filipinas, Sto. Domingo, Haití, Panamá, Nicaragua, etc., que han gemido o gimen aun bajo el rebenque de mis sayones. ¿Que la protesta es mundial? Nada me importa: el dólar domina, el dólar acalla los gritos del mundial descontento; y donde no, ahí están mis cañones para ahogar cualquier reproche. No lo dice pero lo piensa; y sus obras inicuas exteriorizan este agresivo e imperialista pensamiento.
El archipiélago de Colón y nuestras riquezas naturales, todavía no desfloradas, nos condenan a la servidumbre del coloso: ¿quién nos defiende, quién levanta la voz a favor nuestro? Cierto que la antigüedad y aún la edad moderna, nos enseña cómo debe huirse de la esclavitud cuando se es digno y patriota: Sagunto, Numancia, Zaragoza y Gerona nos están diciendo: ¡Pereced! ¡Convertíos en escombros, antes que ser presa de un conquistador! Pero una política corrompida y corruptora, implantada por un hombre funesto ha matado el patriotismo y suprimido el vigor de las almas contaminadas de esa escuela; las ha envilecido, acanallado, vuéltolas incapaces de nada noble, de nada elevado, de ningún sacrificio desinteresado por la Patria. En esa nidada de eunucos, que dio vida y educó aquel hombre perverso, hay individuos para todo; y sería muy fácil dar con más de un Adolfo Díaz, el infame Judas de Nicaragua. Esa mesnada arribista –que está triunfando sobre la cobarde y criminal indiferencia de los ecuatorianos- ha renegado de todo sentimiento nacional y patriótico, de toda noción de honradez y dignidad, de toda práctica democrática, de toda libertad ciudadana. La falsía, la traición, la venalidad, el agio y el peculado, la especulación inmoral, la subasta de conciencia, el advenimiento de medianías y nulidades al poder, el empirismo administrativo, la proscripción de toda virtud cívica, la guerra al saber y al mérito, la profanación de todo derecho, el escarnio de la Ley y la justicia, el espionaje y la delación transformados en instituciones públicas, el retroceso rápido a los tiempos del terrorismo, en nombre de la libertad, componen esa tenebrosa política, eficacísima para degradar y predisponer al pueblo para el vasallaje más ultrajante y vergonzoso. Por fortuna son muchos los incontaminados; muchos los que protestan contra tan ignominiosa facción, muchos los que levantan la frente con altivez y se aprestan a rechazar la ola de fango que avanza con bramidos de tormenta, amenazando invadir hasta las cumbres. La inmensa mayoría de la nación está en pie y es al presente unánime la maldición contra los secuaces del mercantilismo político que tan a menos ha traído a la República. Nada extraño que surgiera un Adolfo Díaz de la facción maldita de ese como cementerio de virtudes cívicas y caracteres nobles, envenenados por el oro corrupto o paralizado por el torpe miedo a los furores de un tiranuelo. Nada raro que se alzara un traidor, de esa nefanda agrupación de falsas celebridades, de arribistas sin bagaje alguno de moral y ciencia; de gentes que no pueden ocultar la marca de Caín, por más que hunda la frente en el polvo. Nada raro que saliera un judas de esa nauseabunda fermentación de larvas; de ese pudridero de pasiones rastreras, de codicias sórdidas, de ambiciones insanas y odios fratricidas; de ese como amontonamiento de elementos sociales en descomposición. Nada raro que tal aconteciera; pero los buenos ciudadanos velan y ¡Ay del traidor!
Los zapadores del conquistador están ya dentro de casa. Mr. Kemmerer trabaja siempre pro domo suo –dice un escritor colombiano- y no habrá olvidado los intereses de su Patria, la consigna de su gobierno, el programa imperialista de Coolidge, al cumplir sus compromisos con el Ecuador y más, cuando ha topado con un hato de analfabetos; pues no de otra suerte se puede calificar a los hombres que, no considerándose competentes para la reorganización del País, le han pedido al renombrado financista un proyecto de constitución, un proyecto de Código Penal, un proyecto de código de enjuiciamiento civil, etc. ¿No hay estadistas, no hay jurisconsultos en el Ecuador? Así resultarán la Constitución y los códigos forjados por un profesor de fianzas; ítem extranjero y desconocedor de la índole del pueblo, de sus usos y costumbres, del nivel mental y moral de las multitudes, de las condiciones físicas del país en fin de todos esos numerosos y complejos elementos de legislación, que el legislador ha de entender, medir y pesar, para que las leyes sean buenas y adaptables al pueblo que ha de obedecerlas. Mr. Kemmerer de seguro habrá trabajado pro domo suo; y sus proyectos serán congruentes con los intereses de yanquilandia. Habráse visto algo más bochornoso que esto de haberle pedido a un buen economista, leyes constitucionales, civiles y penales, como si fuésemos una tribu de Hotentocia?
Dicen que son sabios los consejos económicos de Kemmerer; pero según el propio, impracticables sin la cooperación de expertos, asesores y controladores yanquis, esto es, sin que los emisarios del conquistador se instalen en casa. Impracticables sus consejos, si no se pone la hacienda nacional en manos de esos hábiles financistas, invistiéndolos de atribuciones amplias; esto es entregándoles las fuentes de vida de la República, para que usen y abusen de ellos a su arbitrio. Impracticables tan sabias sugerencias sin el auxilio del capitalismo norteamericano, lazo y cebo de los pueblos incautos; lo que equivale a decir que los Proyectos Kemmerianos son inútiles si no nos dejamos despojar de todo, hasta la esperanza de poseer algo en propiedad, puesto que el capital extranjero monopolizará toda riqueza, toda producción, todo comercio, toda empresa lucrativa, como ha sucedido en otros países, donde impera el dólar. Impracticables en fin los sapientes proyectos de la misión financiera, si no se delegan facultades inherentes a la soberanía nacional, a estos malabaristas de la banca, a estos emisarios de Wall Street, que van a redimirnos de la pobreza, a costa de la independencia. Ahí está por ejemplo el Controlador, constituido ya así como en delegado de la soberanía Nacional. Porque ejercer control sobre el ramo administrativo de una nación, vale tanto como tener legítima autoridad sobre él; como tener atribución plena, no solo para supervigilarlo, sino también para aprobar o desaprobar, corregir, limitar, enderezar, los negocios y operaciones correspondientes; como poder dictar las medidas que conduzcan al mejor éxito del ramo administrado y aun castigar y deponer a los subalternos en falta, etc. Y tratándose de las rentas nacionales, todos estos actos son indelegables, según los principios de la ciencia y la práctica de todos los países soberanos y libres; el control sobre la recaudación e inversión de los caudales públicos; la reglamentación de las operaciones de hacienda; el juzgar de las cuentas de los que manejan el tesoro, son funcionarios soberanos y delegarlos es abdicar la soberanía.
Ya están dentro de casa esos taumaturgos estupendos; esos cagliostros que van a transformar en oro hasta los guijarros y ponernos tan opulentos que nos envidie el mismo rey Midas. NO LES DEIS CRÉDITO, DETRÁS DE ELLOS ESTÁ EL ATERRADOR FANTASMA DEL IMPERIALISMO, ESTA LA INMISERICORDE CONQUISTA DEL DÓLAR, ESTÁN LA ESCLAVITUD ECONÓMICA Y FUTURA MISERIA DEL PUEBLO. No les creáis; para escarmiento tenéis a la vista Colombia, Panamá, Nicaragua, Santo Domingo, Haití, Cuba y otros pequeños Estados que llevan el áureo grillete yanqui, sin vislumbrar siquiera el día de su rescate. Mirad: la segur esta a la raíz del árbol; y el árbol amenazado es nuestra independencia; es nuestro porvenir, es la suerte y dignidad de la Patria. Apercibíos a la defensa, con vigor y firmeza, sin pararos ante ningún sacrificio, ni retroceder en presencia del peligro. Sois vosotros los principales campeones con que cuenta la República; porque los hombres de ayer, esos que habían consagrado toda su vida a servirla; los que contaban sus años por padecimientos, persecuciones, calabozos y destierros a trueque de llenar los deberes que impone el patriotismo; los que han perseverado incorruptibles, siempre en la brecha, pugnando a brazo partido por la libertad que honra de la nación; los pertinaces rebeldes a toda tiranía, que destruyeron a golpes de piqueta los alcázares de la superstición y el fanatismo; esos audaces hombres de ayer; han desaparecido de la escena los más; y algunos con la sangrienta corona del martirio, muy frecuente galardón de los ciudadanos eminentes y virtuosos. Y los que aun viven, agobiados, no tanto por la edad, cuanto por las decepciones, por el triste espectáculo del malogro de sus ideales y el derrumbamiento de la obra que contribuyeron a edificar con tantos sacrificios y fatigas; tienen ya levantado el pie para dar el paso final y trasponer los límites de la existencia. Pero esos hombres son un ejemplo para las generaciones nuevas: mirad sus innumerables padecimientos; contad sus horas de amargura en las prisiones y en ostracismo; pensad sus mortales desalientos, tras cada desastre; admirar ese súbito erguirse para continuar la interrumpida lucha, con tenacidad y denuedo; avaluad su sangre, derramada en los campos de batalla, o a manos de los verdugos; recordad todas las virtudes de aquellos ilustres difuntos, y decidme si no os han trazado la senda del deber, la que marca el patriotismo; senda de la que nadie puede salir, sin renegar de un pasado glorioso, sin arrastrar por tierra nuestra bandera, sin cometer un parricidio. La historia es una lección y un mandamiento; y la del liberalismo ecuatoriano os enseña a inmolarlos por la Patria; y os ordena imitar a los fundadores de la redentora doctrina; Cumplidlo… ” 113
El mensaje a los ecuatorianos es perfectamente claro y adquiere caracteres de profético, pues lo que Peralta anticipó sobre “la esclavitud económica y la miseria del pueblo” es una realidad, ante la cual los ecuatorianos luchan por salir de ella. De igual forma los “grandes intereses” que Estados Unidos creó en el Perú serán los que en definitiva moverán los hilos de la guerra del 41 y la posterior firma del Protocolo de Río de Janeiro, con las consecuencias conocidas. Asimismo el incesante crecimiento de la deuda externa, prácticamente es una “soga al cuello” para el Ecuador que constantemente debe acceder a las condiciones que le plantean sus acreedores, con los perjuicios fáciles de colegir.
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111 -
ALBORNOS, Oswaldo. Op. Cit., pág. 21 - 28
112 - En la II Guerra Mundial, de la cual Estados Unidos
tomo parte, la isla Seymur del archipiélago de Galápagos fue utilizada como
base militar estadounidense, cumpliéndose así lo que ya predijo Peralta 15 años
atrás.
113 - PERALTA, José. Op. Cit., págs. 46 -
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