La economía latinoamericana tenía dos funciones primordiales en lo que respecta a la acumulación originaria de Europa y EEUU: tenía que satisfacer la demanda de alimentos y materias primas baratas para economizar los elementos de capital en dichas regiones que fueron invertidos básicamente en el sector industrial, mientras que acá, en América Latina las inversiones que se hicieron se concentraron en los sectores agrícolas y extractivos, cuya productividad en la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, era alta en cuanto producía para la exportación. Esta circunstancia a la larga, no exigió mayor desarrollo ni de la productividad, ni de las fuerzas productivas en general.
Hecho modular en el análisis de la estructura económica de América Latina es la formación de los Estados Nacionales luego de la independencia así como la configuración de su formación económico-social, de ninguna manera presenta una uniformidad y coherencia, que permita analizar sus particularidades de manera general o única, sus características van a ser diferentes en algunos casos. Lo evidente es la existencia de formaciones económico-sociales precapitalistas con rasgos semi-esclavistas, semi-feudales; en base a ello, Celso Furtado considera por ejemplo que en América Latina existieron … países exportadores de productos agrícolas de clima templado; países exportadores de productos agrícolas de clima tropical; y países exportadores de productos minerales… ”10
Por su parte Sumkel y Paz afirman que en América Latina lo que existió fue “… centros coloniales que serían México y Perú; las áreas de subsistencia que comprenderían regiones como Chile, Ecuador, el noroeste argentino y Centroamérica; las áreas vacías constituidas por la pampa Argentina y Uruguay y finalmente las áreas de subsistencia y plantación que englobarían a Brasil, Venezuela y el Caribe… ”11
Frente a las consideraciones expuestas, Agustín Cueva manifiesta que ellas “… omiten de manera sistemática el análisis de lo que es fundamental, es decir de los modos de producción articulados en cada formación económico-social, base sobre la cual se definen incluso las modalidades especificas de vinculación de tales formaciones con el sistema capitalista imperialista mundial… ”12 consecuentemente la determinación del carácter de la formación económico-social predominante en la región así como en los diferentes países latinoamericanos, aún continua siendo motivo de polémica.
Es evidente la existencia de rasgos precapitalistas al respecto; lo que interesa por ahora es determinar su gradual incorporación y/o vinculación al sistema capitalista mundial y en este sentido nos parece acertada la caracterización que Agustín Cueva hace, al decir: “… la transición se realiza de manera bastante similar a la que Lenin califico de “vía junker” y que nosotros denominamos vía reaccionaria u “oligárquica”. Parece claro que en el desarrollo de nuestro capitalismo agrario, existe una especie de uniformidad en la diversidad, dada por el hecho de que este desarrollo ocurre, salvo en contados puntos de excepción, de acuerdo con una modalidad que lejos de abolir el latifundio tradicional, lo conserva como eje de toda evolución… ”13
La conservación del latifundio, en el que progresivamente se iban incorporando trabajadores asalariados en coexistencia con modalidades serviles de explotación como la aparcería y la renta de trabajo por el uso de la tierra, constituirá aquello de la “uniformidad en la diversidad”; si se analiza el caso de la producción azucarera en Cuba, en el Caribe y otros países centroamericanos, en Brasil y en la costa del Perú; de igual forma la extracción del caucho en Brasil, la producción cacaotera en Venezuela, Ecuador y el mismo Brasil, la producción de café, el algodón en México y Brasil, precisamente en la etapa de vinculación al sistema capitalista mundial y al comercio internacional, se puede concluir coincidiendo con Agustín Cueva. A consecuencia de lo antes anotado, la implantación del monocultivo, la adopción del modelo agro exportador de productos primarios, de lo que ha sido calificado como “desarrollo hacia afuera”, posibilitara la inversión de capitales extranjeros en los países latinoamericanos, fundamentalmente de procedencia británica durante el siglo XIX y a finales del mismo, en calidad predominante, los de procedencia norteamericana. Tales inversiones se dirigían en otros países como Bolivia, Chile, México, Perú en áreas extractivas de minerales igualmente volcados a la exportación.
Otro hecho importante constituye, a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX las migraciones, especialmente europeas que se dan hacia países como México, Brasil, Argentina, Chile, Uruguay; migrantes que, aunque no en gran escala, introdujeron ciertas innovaciones en cuanto a la producción en incipientes talleres, industrias, e incidirá en un rápido crecimiento demográfico de las regiones antes citadas; los datos son elocuentes; “… México de 9.4 millones de habitantes en 1877 pasa a 15.2 millones en 1910; Brasil de 10.1 millones en 1890 alcanza 17.3 millones en 1900; Argentina de 3.6 millones entre 1890-94 pasa a 7.2 millones en 1910-14.
Consecuentemente los volúmenes de exportaciones y movimiento comercial se incrementan considerablemente, de manera fundamental como fuentes proveedoras de materias primas… ”14
Son esta diversidad de rasgos en donde coexistían formas semiesclavistas, semifeudales, semicapitalistas, los que generan una especie de “hibridez” en las relaciones sociales existentes al interior de cada país, lo que dificulta la determinación del carácter de su formación económico-social. En el plano de la estructura social, los efectos se traducen en un retardo de la configuración de un proletariado moderno, así como de una burguesía realmente moderna en estos países, pues la burguesía nace confundida y entrelazada en su origen y estructura con la aristocracia terrateniente.
A finales del siglo XIX tiene lugar un extraordinario crecimiento en la exportación e inversión de capitales norteamericanos en América Latina, lo cual permitirá a la nación del Norte adquirir notoria y preponderante presencia en nuestros países; sin embargo no eran los únicos, pues en menor escala, también se encuentran presentes los capitales ingleses. Mediante este proceso en América Latina se opera una etapa de transición, a través de la cual el modo de producción capitalista, se va imponiendo sobre las formas productivas anteriores, pero sin dejar de continuar “utilizándolas”; porque, “… el capitalismo no se implanta aquí mediante una revolución democrático-burguesa, que hubiera destruido de manera radical, los cimientos del antiguo orden y además porque nace subordinada a la fase imperialista del capitalismo… ”15. En tales épocas tiene lugar el robustecimiento de la gran “hacienda” tradicional-feudal y las modernas plantaciones fuertemente dominadas por la tecnología y capital extranjeros.
Será en esta etapa en que Estados Unidos volcará su atención hacia América Latina, propugnando una serie de medidas y aplicando una política proteccionista emulando a Inglaterra, así como la implantación de su “panamericanismo” y del libre Comercio, lo cual propició un frenético aumento en las importaciones que realizaban los países latinoamericanos, sobre todo artículos de lujo; además la exigencia de las élites gobernantes, obligaba a que, para construir obras, debía recurrirse a empréstitos que los gobiernos los firmaban, empréstitos que al poco tiempo generaban la necesidad de otros y de esta forma se iba hipotecando de antemano su destino, su libertad económica y la soberanía política, fortaleciendo la dependencia y propiciando lo que André Gunder Frank, denomina “el desarrollo del Subdesarrollo”.
Las reformas liberales que tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo XIX e inicios del siglo XX en América Latina, responderá a los intereses económicos de las burguesías exportadoras, que consolidaran su dominio y prácticamente serán aceptadas como “socios menores del imperialismo”. Consecuentemente el deterioro de los términos comerciales de intercambio, creará difíciles condiciones en los países periféricos, en donde el malestar social y las justas protestas, serán acalladas por la prepotencia norteamericana que entrará de lleno en la aplicación de su política del “gran Garrote”; a base de intervenciones y desembarcos de “marines” cumplirá el papel de “pacificador” y adoptando poses de “potencia policía o gendarme” impondrá sangrientas represiones y apoyará regímenes dictatoriales de triste recordación. En este mismo periodo se establecerá una abierta lucha entre los intereses norteamericanos e ingleses por captar posiciones y mantener posiciones respectivamente. (Ver anexo Nº 1).
Los datos que a continuación se exponen, reflejan claramente la presencia de los capitales estadounidenses en América Central:
________________
9 -
CUEVA, Agustín. “El Desarrollo del Capitalismo en
América Latina”. Edit. Siglo XXI. 4ta. Edic. México 1980, paginas.67-68
10 - Citado
por Agustín Cueva. Op. Cit. Pag.102
11
- Idem. Págs. 102 – 103
12 -
CUEVA, Agustín. Op. Cit. Págs. 103 – 104
13
- Idem. Pág. 79 - 80
14
- FURTADO, Celso. “La Economía Latinoamericana,
desde la Conquista Ibérica hasta la Revolución Cubana”. Edit. Siglo XXI. México
1980. X Edic. Pag.68-69
15
- CUEVA, Agustín. Op. Cit. pag.79
16
- Citado por MURGA, Frassinetti Antonio en:
“Economía primario Exportadora y Formación del Proletariado. El caso
centroamericano (1850-1920)” ponencia presentada en las jornadas de Historia de
Nuestra América y III Encuentro de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe.
U. Central. Quito junio 1981. Pag.18
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